martes, 20 de julio de 2010

Papel

Sólo una lágrima que rebota

Un golpe que refleja, el adoquín que resbala

Esa bajada que de cuando en vez destroza a la mutilada

El pájaro que cree predecir y la bota que cree flotar


Sólo de aquellos que miran pero no ven

De aquellos que respiran sin sentir

De ese lánguido vivir sin soñar

Ese camino sin sentido, esa escalera sin función


De esa vinagre baba del burdel

Ese cálido vapor del balcón

Ese verde despertar que entre tanto bamboleo

Cree hipnotizar y sucumbir


Sólo aquel que desea vivir

Ese que los azules y naranjos lo hacen sonreír

Ese que solloza por la estúpida luz que le hace imaginar

Imaginar cosas que no son, que no valen


Su pútrido mirar

Su añejo penetrar

Sí, ese que creen conocer, que mata por creer

La verdad, no lo conocen ni lo admiran


El parpadeo incesante

Del sol esfumable

Inunda esa caja vacua

Que piensa pero no ama


GAMO

domingo, 18 de julio de 2010

Walking Around

Bastante similar al mio, plagiado y puesto aquí.

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
Navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tapias mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.


Pablo Neruda