Grietas radiantes del
suelo encorvado,
cojan ya esta
alicaída caminata...
rebuznen con sus
manos prístinas
y llenen el vacío que
dejo en el aire.
Sigan con regocijo el
camino floral
que muestro en mi
olor a mal,
a destierro y
desencanto
¡Cojan de una vez el
ruido de mi alma!
Ya la calma
desenfrena mis pasiones
rehúye por los rincones
de mis mejillas
mientras surca ríos
confinados
en mi mentón
azul y rosado
curioso
desechado…
¡Oh pedregales
morosos con la historia!
repitan conmigo mi
triste caminar
y sofoquen con
lluvias horizontales
las paginas rotas de
mi lánguida vida
Consúmanme con sus
respiros verdosos,
tráguenme como a la
fruta malnacida
retribuyan con mi
carne el sacrificio burdo
de las costillas del
hombre.
Grietas de la
agrietada madre
rompan el silencio
obscuro de mi voz
con do mayor marquen
la tónica de mi pecho
y dejen que mis
cabellos crezcan raudos
en la raíz de una
flor,
negra tal vez
rosa tal vez.
¡Oh sol naciente en
el horizonte de mis pestañas!
abruma mi aire con
furia desmedida
deja ya que de mis
palmas brote vida
vida real
vida áurea y póstuma.
Deja resecar mi
frente con el cariño de tu mar
y acariciar al fin
las tiernas fauces
de un desierto
inconmensurable
llamado muerte,
hermosa muerte.
Federico Paz
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La vida y la Muerte - Gustav Klimt |