Por la oscuridad de
la habitación
danzan ya tus
acaramelados vaivenes
y recorren
tímidamente
el suave satín.
Tu mano tibia como la
arena
busca coquetear con
mis pensamientos
y encontrar tras la
niebla
los pasmados dotes de
pasión.
El desenfreno busca
salir por entre mis costillas,
sórdidamente desea
encontrarse con tu vientre
y confinar toda la
vida
a tu dulce armonía.
Tu canto llena el
universo,
tus cálidos muslos
acarician con suave cadencia
cada pardo pedazo de
mi
y me consumen como la
abeja a la pulpa.
De pronto tu cabello
negro
acaricia con
melancolía mi nariz
y tu afrodisiaco
aroma
eleva con prisa mi alto
cantar.
Todo el cosmos danza
al son
de los acordes de
nuestro amor,
inundando con
abundancia
las playas de nuestra
anatomía.
Ya la vida se ha
detenido,
el reloj con
paciencia nos mira y se sonríe
mientras le guiña un
ojo al farol
que con rubor
contempla nuestra bella herejía.
El ritmo de tu
respiración
marca los latidos de
mi razón
y confusamente llena
mi cuerpo
de fulminantes
sensaciones.
Ya la sinfonía se
apronta a culminar,
el húmedo vapor que
inunda nuestros cuerpos
enlentece su ritmo,
para que los caudalosos ríos de vida
den el golpe de
gracia a nuestro mutuo deleite.
La calma llega, somos
un solo cuerpo
que espera desnudo
como una piedra bajo la luna,
la llegada de la
dulce mañana, que al son de los jilgueros
romperá nuestra cama,
nuestro amor de media
noche.
GAMO