miércoles, 2 de mayo de 2012

Dejemos


Dejemos caer ahora
los tipos de imprenta azul
sobre los adoquines de papel
que a diario conjugan nuestras historias.

Dejemos volar ahora
la nube brillante tras nuestros párpados
que abatidos por un sol durmiente
nos muestran el rojo sentir del alma.

Dejemos correr ahora
cada blanco disparo de alegría
sin importar a quién le de
sin importar de quién provenga.

Dejemos flotar ahora
las celestes vocales del cielo
sobre los tiernos pastos
de nuestro canto diario.

Dejemos de mirar al costado,
donde se encuentran los arrecifes negros
de pútridas comparaciones e igualaciones
que llenan de insultos y oprobios
los espejos de nuestras mañanas.

Dejemos de correr tras ese corcel
que nos ofrece mirar las copas de los arboles
a cambio de nunca más poder
sembrar una flor.

Dejemos de apoyar nuestros remos
sobre océanos que no nos pertenecen
y que sólo nos permiten avanzar
rompiendo los hielos de la solidaridad.

Dejemos que nuestros cabellos
se dejen caer libremente sobre el viento
y que ningún huraño espino
intente sofocar su viaje por las cumbres
del deseo y la consecuencia.

Dejemos de dictar leyes morales
sobre asuntos que bajo nuestras sábanas
parecen tomar jarrones de amnesia
para vomitar lombrices de inconsecuencia.

Dejemos ya de teñir los bosques de verde,
sin permitir que las tonalidades del cielo
permitan ver el arcoíris de colores que le dan
el aroma de la diversidad y la comprensión.

Dejemos de alzar agudas lanzas
hacia la cabeza de nuestra madre
que nos da la vida, la luz y el néctar,
que permite llevar nuestras piernas
hacia las costas sin riquezas.

Dejemos ya esos cuervos que invaden nuestras tripas
llenándonos de penas y sufrimientos,
consumiendo la miel de la vida
y dejando pasar por nuestro lado
el enorme rio de la felicidad.

Dejemos de pensar que la madurez nos traerá la felicidad,
 la fruta que vive esperando la madurez
tarde se da cuenta que su llegada
la hizo estar en tierra, oradada
de envidiosos y hambrientos gusanos.

Deja tu ya de vaciar tus bellas nubes
con lluvia de nostalgia,
pues sólo lograrás que unos cuantos mercaderes
suban a sus balsas, y sobre tus lágrimas
naveguen para llegar orgullosos
al muelle del “que dirán”.

Dejemos de pensar en vivir
y tomemos las riendas de un carro
que sólo nosotros podemos guiar
y hacer volar.

Dejemos ya las cosas del mañana
y bebamos con jolgorio
unas buenas copas del presente
mirando con orgullo
el caer de las hojas secas
del árbol de nuestra vida
nuestro pasado
nuestro camino andado.

GAMO


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