Caen sin propósito
del cielo, en un cuarto vacío
unas cuantas lianas
descolgadas de un recuerdo,
de aquel lleno de
rebosantes imágenes y aromas
autografiados por
acaramelados trazos de tu piel.
Las siento colgar,
con mis párpados cerrados
las siento golpear mi
frente, mientras duermo
y sin rumbo alguno,
cambio de posición
para ver si entre
codo y codo, logro evitarlas.
Interrumpen mis
viajes oníricos destellantes
que sin mérito alguno
se atreven a aconsejarme
y pedirme, hasta
obligarme
que despierte, y de una vez,
firme con mi mano, reciba una de ellas.
Pero no me atrevo, y
conservo la calma
respiro profundo
mientras cambio de sueño
a uno que me permita
fluir sin rozar
y olvidarme que sobre
mi y bajo tu recuerdo
cuelgan, caen y me
tocan aquellas lianas.
Babeantes cuerdas mutiladas
por la realidad
recuerden en su
insana existencia, llena de osadías,
que no volverán a tocar
restos de vigilia imaginación
ni sueños inundados
de resignación.
Pueden colgar las
horas que quieran
y tapar las luces de
una vela
pero jamás podrán en su
corto porvenir
volver a quebrar la
tranquilidad
que esta noche me
acecha…
…y las que
quedan, tal vez.
Federico Paz
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